miércoles, 9 de septiembre de 2009

Seguir detrás de nadie


Cuando uno decide andar a tientas, cuando la seguidilla de la vida se nos muestra. Es imposible saber de antemano. Quedamos en manos de un aire que por todos lados nos limita y...



Ocupo en el

rebaño una falta

un vacío

de otros.






Sostenida por los recuerdos, camino a tientas, de orilla a orilla lanzada por las letras, se ha armado un puente antiguo...




Siempre fui oveja, siempre.

Necesitaron 12 hombres con su machi

para encontrar mi embrujadora lana

enredada en alambres de cien

campos. Nunca hallaron saber

donde estaba mi lana verdadera.

Siempre oveja. Siempre más

lana. Siempre más culpa.




Ahorrándole a la vida suspiros y entrenándome para seguir ahí. Anduve en lo que pude. Anduve creyendo. Ahora, veo. Esto es peor. Veo y dudo de casi todo. Pero cuando era...



La oveja teje

mejor que nadie.


Hila su propia

lana

en

primavera

y mientras nacen

hijos

anda

puro descarne

donando

leche y lana.

De todos modos

la oveja

siempre

tiene más lana

para dar.







Y al ver, vi. Entonces teniendo en cuenta a Discépolo, a Heidegger, a doña Cata en el Mallín Ahogado y a mi mismísimo padre biológico, entendí tantas, tantas (no sé cómo llamarlas: cosas, hechos, pasares) que ahora...



Sin sed


He mirado hacia

atrás

y mis ojos

no eran los de antes.

Eran verdes

los seres circundantes

eran como de hambre

las visiones

y el agua era deseada

como vida.

Entonces supe

sin pensar siquiera

que jamás

llevaría

conmigo el festón

del agua.

Giré hacia el otro

lado

con mi lana

redondeles de olvido,

mis ojos

nuevos como

el deseo.

Entonces supe

que alguna

vez

siglos

atrás,

alguien sin alas

remontó esta tierra

hoy seca.

Alguien no tuvo sed,

porque era agua,

y yo sólo sabía

de esto

sin saber,

era parte del mito

era una más,

era de ahora

pero con voz

de siempre.





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