Todos sabemos que hay noches. De las de dos lunas, estrellas fugaces y otros satélites y universos. La del sábado, para mí, fue una de ellas. Noche de amigos del alma, Raquel y Manuel. Y Pepe y Lucy que siempre están.Uno habla de todo, como siempre pero distinto.
Son noches verdaderas y especiales. Uno dice qué espera de la Vida, la otra no se nombra...
EPILOGO
Te juro que te amo.
La vida es un espacio inexplicable,
un tiempo en que nos vemos transcurrir
desoyendo la voz de nuestra savia.
Sólo hay Amor.
La vida es un amor quemante.
La otra,
la sin nombre cierto,
no existe,
es nada más que ausencia.
No le temas,
mientras yo esté pensándote,
no correrás peligro.
El Amor será impulso de tu sangre
y la otra, que es tan sólo el retiro de la Vida,
ni siquiera osará pensar tu nombre.
Yo quiero decirle a los amigos de los sábados, a esos que todos los días están, que nos dan el impulso para esperar otro día, el que nos veremos para pensar y desear.
La Vida... Es muy difícil explicarla, camina sola casi, pero no importa. Mientras esté, allí estaremos y alguien podrá explicarla.
El nombre de la vida
Tal vez los pájaros sepan más.
Ellos, detrás del emplumado
cuerpecillo,
desaparecen
sin dejar rastros.
Y las hojas
arrugadas
sin queja
aunque las ponga yo bajo
los libros
Pasan siglos
y siguen ellos
viviendo bien
su paso,
nunca asolarán
sueños
con despertares
oscuros.
Ellos y la vida
que siempre está
y al irse ya es
otro nombre quien
la llama.
Pasa un tiempo
sin fin
sobre las manos
y lo que hoy es aquel
mañana serás tú,
recordando de oído
alguna frase
sabiendo haber negado
algún proverbio.
Los pájaros y
el viento que nos deja
y en el retorno es otro
pues se nota, no sabe
que le he dicho
mil veces
de mi cabello
recién peinado,
de la nubes
corriendo tan a prisa,
es otro aire, hay tanto.
Es ajeno de mí
de cada uno.
Y los pájaros
envejecen tan
pronto
que no pueden
decirme
cómo hacerlo.
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