domingo, 8 de diciembre de 2013

Mañana maravillosa

         A principios de noviembre el maestro Daniel Riquelme, me invitó a visitar su cuarto grado y realizar con los niños algún trabajo literario. En realidad lo que estaba haciendo era invitar artistas, artesanos, gente de oficio y profesionales del pueblo para que los chicos los conozcan.




Fue muy hermoso encontrarme con un grupo de pequeños entusiastas, emocionados con mi llegada, pero sinceramente. Estuvieron todo el tiempo, que fue más de una hora, atentos, participativos y con una sensibilidad que hace rato no veía.




         Les conté cosas de mi vida, respondí sus preguntas y dudas. Les leí un cuento que les encantó, de un hombrecito duende y también algunas poesías. Antes de empezar con los poemas, les pedí que cerrasen los ojos para imaginar. Eran sobre una casa perdida y antigua, con seres diferentes viviendo en ella y les sugerí que cada uno pensara en alguna casa solitaria, rara. Fue grande mi sorpresa cuando la finalizar la primera lectura, levanté la vista y los vi con sus ojitos aún cerrados y ensoñados, tratando de fantasear y escapar en esos versos. Con respeto continué la lectura y al terminar los cuatro poemas ellos seguían ensimismados y como en otro mundo.

          Fue una maravillosa mañana, de esas que se viven de vez en cuando y la charla con estos niños fue mágica. Todos de familias sencillas, chicos de barrio, amaron lo que escuchaban, se interesaron, me manifestaron que iban a seguir trabajando en los temas literarios. Pequeños hombrecitos y mujercitas con una especial sensibilidad. Les regalé algunos libros y me despedí como en otro mundo.

          Días después me encontré con Daniel y me contó que les había encantado lo compartido y que habían hecho ejercicios de cerrar los ojos y fantasear... y esto me emocionó y me llevó a pensar que la vida es hermosa y que vale la pena seguir adelante.

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